La comedia, la gran ausente

Ya estoy de vuelta de Estambul, tras tres días intensos de congreso sobre series y un poco, aunque suficiente, de turismo. El balance general del congreso ha sido bastante positivo. Sobre todo por lo específico del debate (la ficción en televisión), por enfrentarse a este objeto de estudio desde un ámbito académico y por ser un encuentro internacional pero con bastante representación española (sí, algo que no suele ser muy habitual y por lo que debemos felicitarnos). Tal vez lo menos bueno sea, como ya comenté, el excesivo peso que se da a las aproximaciones culturalistas que dejan casi sin cabida a otras interesantes ligadas a la industria como pueden ser la producción.

Pero sin lugar a dudas, la gran ausente ha sido la comedia con la única presencia de las dos comunicaciones nuestras. ¿La causa? Tal vez lo responda el artículo que se publicaba hace poco en El País sobre el boom de calidad de las series de televisión actuales. Aquí se ponía de manifiesto la carencia de buenas comedias en el siglo XXI. Dicto textualmente:

La gran asignatura pendiente es el humor. Las comedias de 30 minutos (Seinfield, Friends, Frasier, Sexo en Nueva York) de los noventa marcaron un cénit que no se ha vuelto a alcanzar. Sólo resiste Los Simpson, que lleva 20 años defendiendo y educando a jóvenes con la peculiar filosofía de Homer Simpson -"cuando lo intentas y fracasas, la lección es: nunca lo intentes"-.

¿Es esto cierto? Claramente no, pero ni muchos críticos ni el mundo académico parece estar dándose cuenta. Por citar algunas, Arrested Development, The Office, Extras, Curb with Enthusiasm, My name is Earl, 30 Rock, Little Britain, Entourage ...

Quien no ve, es porque no habre mucho los ojos.